Dimitri lvanovich Mendeleiev (1834-1907).- Nació en Tobolsk, en una pequeña localidad de Siberia (Rusia) en el seno de una familia de nobles rusos emigrados a Siberia.
Estudió química en la Universidad de San Petersburgo y en 1859 el gobierno le dio una beca para ir a la Universidad de Heidelberg. En 1861 regresó a San Petersburgo y fue profesor de química en su Universidad. Escribió los dos volúmenes de Principios de Química (1868-1870).
“La tabla periódica de los elementos fue propuesta por Dimitri Mendeleiev y Julios Lothar Meyer, quienes, trabajando por separado, prepararon una ordenación de los 64 elementos conocidos, basándose en la variación de sus propiedades químicas y físicas, con la variación de las masas atómicas.
En 1869, Mendeleiev, presenta una primera versión de su tabla periódica, esta tabla fue la primera presentación coherente de las semejanzas de los elementos. Esta tabla fue diseñada de manera que hiciera parecer la periodicidad de los elementos, de esta manera los elementos son clasificados verticalmente y las agrupaciones horizontales representan elementos de la misma familia.
Para poder aplicar la ley que él creía cierta, Mendeleiev tuvo que dejar ciertos huecos vacíos en su tabla, los cuales fueron ocupados por elementos descubiertos más adelante, de los cuales ya había predicho muchas propiedades, basado en elementos vecinos.
La tabla de Mendeleiev aunque contenía ciertas anomalías, debido a errores de la masa atómica de la época, condujo a la tabla periódica actualmente utilizada”.
Fue colega de Gustav Kirchoff (un químico brillante, que descubriría toda una serie de elementos nuevos) y de Robert Bunsen, recordado hoy en día como inventor del mechero bunsen, que sigue presente en los laboratorios de todos los colegios. Con este último Mendeleiev trabajó en Heidelberg ya que no encajó bien con Bunsen. Cuando se sentía frustrado, explotaba con facilidad haciendo el ridículo, llegando a bailar como un desquiciado. Abandonó los laboratorios de Heidelberg jurando que jamás regresaría. Acabo de negarse a sí mismo el acceso a los mejores laboratorios químicos de Alemania. Al parecer no le importó, transformó una de las dos habitaciones de su alojamiento en un improvisado laboratorio privado y continúo sus investigaciones en casa.